La autoconfianza se fortalece cuando cumples las promesas que te haces a ti mismo. Esa confianza nace de tener una visión positiva sobre quién eres, creer en tus habilidades y saber que eres capaz de planear y lograr tus objetivos.
La perspectiva positiva no significa que no seas realista, significa que te conoces, que tienes disciplina y que te quitas de tu propio camino para lograr lo que te has propuesto. Aun cuando las cosas no salgan como lo esperabas si pusiste el esfuerzo necesario, aprendes la lección, continuas y mejoras, con la certeza de lograr lo que esperabas o algo mejor.
Una persona que no tiene confianza en sí misma:
- Necesita la aprobación de los demás para sentirse bien.
- Duda de sus capacidades consistentemente y evita los riesgos por miedo al fracaso.
- No espera que las cosas salgan como quiere, y si algo sale bien indica que fue “suerte”.
Las personas que confían en sí mismas:
- Están dispuestas a ser desaprobadas por los demás.
- Asumen riesgos porque confían en sus habilidades.
- Tienen una expectativa positiva sobre lo que quieren lograr.
Tener confianza en sí mismo no significa que no cometeremos errores, significa que somos conscientes de nuestra humanidad. Asumimos riesgos, damos lo mejor de nosotros mismos y si las cosas no salen como lo esperamos, aprendemos la lección, y lo intentamos de nuevo, con la certeza de lograr lo que esperamos o algo mejor.
El fruto de la lección aprendida
Si aprendes la lección, ¡cada caída o paso hacia atrás puede significar un nuevo salto o tres pasos hacia adelante!
Una vez que reconoces que los retos son parte del proceso, te apalancas en ellos y los conviertes en aprendizajes que te preparan y fortalecen para el siguiente reto. En el camino, el propósito de esos retos es revelado y podemos conectar los puntos hacia atrás, entendiendo como los retos nos permiten avanzar, si elegimos aprender la lección.
En ocasiones estamos sumergidos en el dolor o frustración y no encontramos la manera de salir de la situación. Es como si de repente nos pusieran una venda en los ojos y no podemos más que pensar en por qué nos sucedió lo que sucedió y re creamos múltiples escenarios sobre el por qué a nosotros y en realidad lo único que estamos logrando con eso es desgastarnos y no salir de la situación tan rápido como podríamos.
Te comparto algunos tips que a mí me ayudan a lograr de salir de esas situaciones abrumadoras:
- Respiración: Inspiro aire profundamente, contando de uno a cuatro, retengo el aire en mis pulmones contando de uno a cuatro, exhalo muy despacio por la boca contando de uno a cuatro, hasta vaciar completamente mis pulmones. Hacer esto tres veces te va a ayudar a calmarte.
- Realizar una caminata, observando la naturaleza alrededor. Cambiar de ambiente y conectarte con la naturaleza tiene un efecto tranquilizante.
- Tomar un vaso de agua muy despacio. ‘
- Ayudar a otro. Cuando re enfocas tu atención en ayudar a alguien más ayudas a tu cerebro a re enfocarse de manera productiva.
«La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte al servicio de los demás».
– Mahatma Gandhi
Una vez que logro calmar mis pensamientos, elijo agradecer y posteriormente reflexionar sobre la lección aprendida.
Siempre tenemos algo que agradecer, por ejemplo, identificar:
- Una razón de algo que me hace feliz. Elijo ser feliz.
- Algo de lo que me siento orgullosa (o).Elijo celebrar un logro.
- Un motivo para agradecer. Elijo agradecer.
¿Cuál fue esa lección aprendida?
Recuerda, eres el CEO (Director Ejecutivo) de tu vida. Tienes el PODER de elegir siempre. No eres tus circunstancias.