No debemos generalizar, sin embargo, algunas características generales nos van a ayudar a entender las diferencias y tomar acción. Voy a compartir mi perspectiva apoyada en algunos estudios que se han realizado al respecto. Si quisieras profundizar, puedes contactarme para compartirte más recursos. 

Las diferencias hacen que nos complementemos, no es mejor en uno o en otro. La complementariedad nos ayuda a co-crear mejores soluciones.

Ambición

Las mujeres y los hombres percibimos la ambición de forma diferente. La naturaleza maternal y de auto sacrificio por los demás hace que la mujer ponga a todos los demás primero.  Nos cuesta tomar crédito por lo que logramos, incluso tendemos a disculparnos y justificar nuestros logros. El hombre es más pragmático y se apropia de sus logros con mayor facilidad, no se justifica, simplemente dice “gracias” si alguien lo reconoce.

La mujer tiene la tendencia de ver la ambición como una forma de utilizar a los demás para lograr sus objetivos, implica egoísmo o lo percibe como engrandecimiento.

En realidad, la ambición es elegir y asumir la responsabilidad radical del logro de los objetivos, y además podemos incorporar nuestra naturaleza colaborativa para lograr un mejor resultado.

Éxito

Las mujeres medimos el éxito de forma diferente. Para nosotras, la conexión y el bienestar de los demás es éxito. Entonces, cuando en los 80 nos incorporamos a la fuerza laboral y nos encontramos con que el éxito es: status, dinero y poder, preferimos balancear el resultado y en ocasiones tomar el lugar de “co-piloto” y no de liderazgo.

Lo importante de entender es que una cosa no es excluyente de la otra.

Nos han sembrado algunas ideas limitantes, y si más bien, logramos ver el status, dinero y poder como medios para lograr la conexión y bienestar de los demás nos sentiremos posiblemente más cómodas abrazando el éxito, integrando ambas perspectivas. 

Cuando entendemos que el mayor poder es expandir nuestro potencial y construir esa versión de liderazgo que realmente queremos, para dejar huella en el planeta, dejamos de temerle al éxito. 

Si eres mujer, te comparto algunas preguntas para que identifiques algunas acciones que podrían estar interponiéndose en el camino de tus logros:

  • ¿Tu habilidad de sentir empatía por los demás evita que expreses orgullo por tus logros? Si la respuesta es sí, ¿qué harías diferente si no tuvieras que considerar lo que piensan los demás si tú eres exitosa? ¿Qué tal si eso significara que les das permiso para que ellos también sean exitosos? No se trata de ti, se trata de tu responsabilidad de ser lo grandiosa que viniste a ser al planeta. No generalices, especifica. 
  • ¿Cómo podrías ser empática y expresar orgullo por tus logros al mismo tiempo? Si estas en una situación que donde estás (puesto) te queda pequeño, analiza si estás ahí porque te sientes cómoda, porque creaste la ilusión de que te necesitan.
  • ¿Estás utilizando la excusa de lealtad para no retarte a ti misma? Si es así, te aseguro que existen formas para lograr tus metas y a la vez ser considerada con los demás, por ejemplo, si quieres un nuevo puesto, podrías ayudar a encontrar tu reemplazo, entrenar a otra persona. Identifica que más podrías hacer.

Es indispensable que actúes de acuerdo a tu capacidad, sin minimizarte.

Identifica oportunidades donde puedas actuar con más autoconfianza de lo que normalmente haces. No siempre tienes que sentirte 100% segura para actuar segura. En general, está bien identificar lo que se necesita en el camino. Entre mejor representante seas de tus metas, acumularás más éxito, y eso repercute en tu autoconfianza.

Asumir riesgos

En promedio el hombre sobre estima sus habilidades y la mujer las subestima y el hombre asume más riesgos que la mujer. ¿Por qué? Estas son algunas razones:

  1. Socialización: los padres le dan más espacio a los niños para que asuman riesgos y aventuras que a las niñas. Hasta los 8 años es aproximadamente igual.
  2. Biología: A mayor testosterona, mayor confort con el riesgo. (John Coates – Wall Street, senior research fellow in neuroscience and a finance researcher, University of Cambridge).

El exceso de confianza también puede ponerte en riesgo. Por ejemplo, los profesionales de bolsa de valores que permiten que la adrenalina se apodere de sus decisiones son llevados a tomar decisiones con grandes impactos negativos. En el 2009, Nicholas Kristof, columnista del New York Times escribió una columna sobre los “Misterios del Universo” planteando la pregunta de si hubiéramos tenido el mismo resultado si Lehman Brothers, hubieran sido Lehman Brothers and Sisters.

Un reporte de Bloomberg indica que cuando los fondos de inversión son liderados por mujeres y por las minorías tienen mejor retorno a la inversión en el corto y largo plazo. El reporte registra que el retorno de los fondos liderados por mujeres es 10.6%, 7.8% cuando es liderado por minorías y 6.4% cuando es liderado por la población no diversa.

La mujer asume riesgos que no se publicitan igual: pone en riesgo su vida para dar vida, se abre más a la vulnerabilidad, tiene mayor apertura emocional. 

Debemos entender de que no se trata de estar en lo correcto, de ser perfecto o de saberlo todo. Se trata de conectar recursos, información y personas. De asumir riesgos a sabiendas de que podemos equivocarnos, entiendo que sobreviviremos y aprenderemos en el proceso. 

Fortalecer el músculo de asumir riesgos siempre trae cierta tensión interna. Al sentir miedo repite esto: “este miedo no es saludable en este momento” y decide cuál emoción es saludable en este momento para lograr tu objetivo: anticipación, curiosidad, alegría, orgullo, entusiasmo o determinación. El cuerpo responde igual al miedo que a la emoción: mariposas en el estómago, palmas de las manos sudorosas, boca seca y tu mente sólo conoce lo que le indicas. 

En resumen:

  • No asumir riesgos es el mayor riesgo.
  • Un paso al tiempo para construir el músculo de asumir riesgos. 
  • Fortalece tu osadía.